Agaz Noticia, Opinión

Por Eliseo Caballero

Socio Director de Agaz [ ]

El mundo esta cambiando a pasos agigantados. La crisis económica más dura que ha existido en muchas décadas, no sólo ha conseguido que quiebren estados como por ejemplo Islandia y que intervengan economías como la de Grecia, Irlanda y Portugal, sino que incluso cambien gobiernos por imposición externa como Italia.

Hay otras secuelas que creíamos que, con el paso de los años, habían sido desterradas. Pero todo vuelve, como diría la canción, y en este caso ha llegado el proteccionismo económico, tanto a baja intensidad como a alta intensidad. Ya sea por miedo a la situación económica y a su futuro negativo a corto y medio plazo, o por situaciones que se escapan al ámbito económico referidas a asuntos sociales o políticos, el proteccionismo ha vuelto.

En su rama más extrema tenemos la decisión del gobierno Argentino de expropiar YPF a la empresa REPSOL. La justificación que se da a esa decisión (analizando la prensa mundial exceptuando la Argentina), no tiene por donde pillarse y además sienta un precedente muy importante para todos los países: ojo donde invertimos. Si un país como Argentina miembro del G-20, es capaz de tomar decisiones de este tipo, que no será capaz de tomar otro tipo de países.

Creo que lo más fácil y parcial hoy, es arremeter contra la Argentina más política y, además, socialmente siempre habrá alguna justificación para atacar a una Argentina más o menos mediatizada. Sin embargo, lo más difícil es la situación económica que se presentará en este país a la hora de captar inversiones extranjeras y, veremos cómo queda la situación de las que están ya allí presentes. Porque a nadie se le puede olvidar que la vida sigue y es muy larga, y los capitales e inversiones son miedosos por naturaleza, ya que para jugar a la ruleta se va uno a Las Vegas. Argentina se va a convertir en otra Venezuela, con lo que ello conlleva, como es hipotecar económicamente el futuro de las inversiones extranjeras en el país.

Decisiones como esta hacen que la economía vuelva a los ancestros y que cada país haga la guerra por su cuenta. Las consecuencias van a ser importantes y los países que toman estas decisiones deberían de ser sancionados por el FMI, Banco Mundial, etc., y/o expulsados del G-20. También las empresas deberían analizar más donde invierten y tener en cuenta el riesgo que ello supone (lógicamente a mayor riesgo mayor ganancia).

En esta batalla pierden todos y para perder todos lo mejor es no iniciar ninguna guerra.

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