Agaz Opinión

Ante la necesidad de comer cada día, organizaciones simples y otras no tan simples, se buscan la vida a costa del engaño a los demás.

Recientemente se puso en contacto conmigo un señor para ofrecerme el “negocio del siglo”. He de reconocer que de primeras, no resultaba seria su propuesta, pero fue inevitable la curiosidad de escucharle. Así que concertamos una reunión con el fin de que me comentase al detalle en qué consistía exactamente “ese negocio del siglo”. Me mostró un video explicativo de 20 minutos. Se trataba de una empresa fundada hace unos 18 años que hoy por hoy funciona a nivel mundial. El trabajo se basaba en un sistema multinivel, un modelo de venta directa que permite a los particulares convertirse en distribuidores finales de empresas que no utilizan cauces de distribución tradicionales y, por tanto, carecen de los gastos asociados a los mismos.

Defienden que sus ingresos provienen de la venta de sus productos y no del reclutamiento de nuevos representantes, ya que esto les convertiría en un sistema piramidal. En efecto, un sistema piramidal es aquel en el que solo por entrar se exige una cantidad alta de dinero, a todas luces injustificada, en este caso, concretamente 400 euros, con la promesa de que va a ganar mucho más. Evidentemete, sus beneficios provienen del reclutamiento de nuevos representantes.

El elevado número de personas que componen la base pagan dinero al reducido grupo que está en lo alto. Su “éxito” radica en el marketing caliente, es decir, ofrecer el negocio a amigos y familiares, que aceptan por la confianza existente. La oportunidad que tratan de vender es que las comisiones por venta de productos y por captación de colaboradores son crecientes, lo cual resulta bastante tentador y de hecho, aseguran que, con una cierta dedicación, se puede obtener un muy buen sueldo mensual.

Pero no cuentan la letra pequeña. Un 95% de las personas reclutadas abandonan en los primeros meses de colaboración tras constatar que los beneficios prometidos no son tales y, por supuesto, el canon de entrada, no se les devuelve.

Cuando salió el  señor de mi oficina, le dije: “cuando le vea a usted con el mejor Rolls Royce de la ciudad, me creeré su “negocio del siglo”.

Fdo: Patricio González Bueno, Responsable del Dpto. de Auditoría de Cuentas en Agaz [ ]

(Artículo publicado en Ideal 30 de octubre de 2011)

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